Hoy se cumplen diez años del terremoto de 9,1 grados que el 26 de diciembre de 2004 sacudió la isla de Sumatra y originó un tsunami en el Océano Índico y arrasó las costas de Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia.
Hablan los supervivientes
Matakin
estaba en su casa de Lamlumpu, al norte de Sumatra, en la provincia de
Aceh, cuando la ola de diez metros de altura llegó. “No sabía dónde
correr, me quedé atrapado en las aguas negras y perdí la conciencia”.
Cuando la recuperó, estaba colgado de un cocotero, gravemente herido,
pero vivo. Doce de sus familiares murieron.
La
provincia de Aceh fue la primera costa a la que llegó la ola y la más
afectada. Allí fallecieron más de 160.000 personas del total de 230.000
muertos y desaparecidos provocados por el maremoto. Y el pueblo de
Matakin, Lamlumpu, perdió a tres de cada cuatro de sus habitantes. “El
maremoto me dejó sin nada”, cuenta este joven. “La ola me arrancó las
ropas y la casa, y todo lo que me quedó en este mundo fue un anillo en
el dedo y los pantalones cortos que llevaba puestos”.
La labor de reconstrucción más exitosa de la historia
La
destrucción en Aceh fue inimaginable. Medio millón de personas
perdieron su hogar, sus medios de vida, y lo que es peor, a sus
familiares. La sociedad internacional se volcó con esta región indonesia
y con el resto de países afectados por el maremoto. La ayuda llegada
desde todos los países del mundo contribuyó a llevar a cabo la que,
según el Banco Mundial, ha sido “la labor de reconstrucción más exitosa
de la historia” y que permitió edificar 140.000 viviendas, 1.759
escuelas y 363 puentes.
“Cuando
la ola del tsunami se llevó la vida de cientos de miles de personas,
una ola de solidaridad sin precedentes, que la historia de la humanidad
nunca había conocido, se desplegó sobre el sufrimiento de la gente”, ha
destacado con motivo del aniversario Michel Roy, presidente de Cáritas Internationalis.
Activo compromiso de la red Cáritas
En
los meses inmediatamente posteriores a la catástrofe, la red
internacional de Cáritas prestó ayuda de emergencia a cerca de un millón
de personas y, en los años siguientes, llevó a cabo un ambicioso
programa de rehabilitación y desarrollo a largo plazo, que contó con un
presupuesto de 390 millones de euros gracias y que permitió construir
hogares para 33.000 familias y recuperar los medios de vida de 85.000
personas.
La Confederación Cáritas Española
se sumó a esa corriente de solidaridad desde el primer momento, gracias
a la respuesta masiva de los ciudadanos españoles, que se volcaron en
prestar ayuda a los damnificados a través de la campaña “Cáritas con el
Sudeste Asiático”, que se lanzó apenas 24 horas después del impacto del
tsunami. Gracias
a las donaciones aportadas, Cáritas Española ha podido destinar desde
2004 más de 16 millones de euros a las Cáritas de Indonesia, Sri Lanka,
India y Tailandia para apoyar a las comunidades más vulnerables a través
de acciones orientadas en cinco ejes prioritarios: ayuda de emergencia,
apoyo psico-social, restablecimiento de los medios de vida,
construcción de alojamientos permanentes y rehabilitación de
infraestructuras comunitarias, sanitarias y educativas.
Testigos de un amor incondicional por los afectados
“En
los cuatro países afectados por el desastre, Caritas puso sus
capacidades profesionales y su experiencia al servicio de los
damnificados para llevar una respuesta rápida al sufrimiento. Estábamos
cumpliendo con la misión de ser testigos de un amor incondicional por
los afectados”, asegura Michel Roy.
Una
década después, algunos miembros de la red internacional de Cáritas han
vuelto a Aceh. Y aunque todavía han encontrado rastros del maremoto,
también han hallado huellas del trabajo inmenso que los indonesios han
realizado para superar la tragedia y construirse un futuro. Ejemplo de
ello es el propio Matakin, que vive hoy en una casa construida con la
ayuda de Cáritas, se ha casado, tiene un hijo y un taller de carpintería
que le permite mantener a su familia. “Y el pueblo de Lamlumpu ha
recuperado la vida”, afirma orgulloso.
Vivienda, recuperación de medios de vida y educación
La
red Cáritas ha vinculado los proyectos de construcción de casas con
programas de ayuda económica a las familias, con objeto de que pudieran
recuperar su autosuficiencia y reactivar la economía local. “Antes del
tsunami, vendíamos nuestro pescado en la calle y ahora tengo una tienda
en el mercado, puedo proteger mis productos del sol y la lluvia, y mis
clientes saben dónde encontrarme”, explica Jahrinal, que vive en Banda Aceh.
Otro
sector fundamental de reconstrucción han sido los edificios
comunitarios, como escuelas y hospitales, arrasados durante el maremoto.
Uno de ellos fue el centro preescolar YKA, en Banda Aceh. De 600 niños,
solo 30 regresaron después del tsunami y 17 maestros de los 60 que
impartían clases murieron en el maremoto.
“La
escuela quedó destruida; todo lo que podías ver era el mar”, recuerda
uno de los profesores supervivientes. Él mismo, junto a otros de sus
compañeros, ayudaron a limpiar la zona donde estaba ubicado el colegio,
que después fue reconstruido y reabierto en 2008. Hoy en día, está
reconocido como uno de los mejores colegios de la ciudad, famoso por
fomentar valores como la diversidad cultural, religiosa y social, y la
protección del medio ambiente.
Otra
escuela preescolar arrasada por las olas fue la de Nabila, también en
la provincia de Aceh. Afortunadamente, ese 26 de diciembre era domingo,
por lo que los niños no se encontraban allí. Pero, a pesar de todo, Hilda
perdió a sus dos hijos. Cuando la escuela fue reconstruida, se hizo
maestra. “Antes del tsunami, mi trabajo era ser madre; ahora dedico mi
vida a la enseñanza para poder ayudar a otros niños que han quedado
traumatizados por lo ocurrido hace diez años”, narra Hilda. Ahora, la
escuela es el doble de grande y está fabricada con hormigón, en
sustitución de la anterior, que era de madera y mucho más vulnerable
ante posibles desastres naturales.
Prevenir futuros desastres
Y
es que una de las claves de la reconstrucción llevada a cabo en los
países afectados por el tsunami, fue preparar a la población ante
posibles fenómenos climatológicos adversos e implementar una respuesta
eficaz en el caso de que ocurrieran. Todo ese trabajo se ha realizado
respetando las tradiciones culturales de cada una de las zonas y
apoyándose en los conocimientos de las propias comunidades y la economía
local.
“Mirando hacia atrás –ha escrito con motivo del 10º aniversario el cardenal Rodríguez Maradiaga,
presidente de Cáritas Internationalis--, hemos logrado dar a las
víctimas sus debidos derechos, en un espíritu de promoción de la
dignidad y del respeto de las aspiraciones de los que perdieron todo.
Aunque nunca podemos deshacer la pérdida de los seres más queridos, como
familia hemos expresado la compasión y el amor a los que sufren, a fin
de ayudarles a recuperar la esperanza en el futuro”.
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